Los ojos verdes de Pilar.





Fer, ¿me explicas otra vez por qué te tienes que ir?

Dejó botado el trabajo para estar con papá para la operación y su esposa lo extraña. Además papá está estable. Aquí estamos Mariana, tú, yo para lo que necesiten mámá y papá, todo va a estar bien.

No le estoy preguntando para hacerlo sentir mal. Sólo no entiendo por qué tiene que volar justo ahora. 

Regreso en un par de semanas que deje todo resuelto en la oficina. Tengo que cerrar pendientes para poder trabajar a distancia. Vuelvo pronto Güaby. 

Cuéntale del abuelo Alfredo para que se vaya tranquilo. 

Y regresando a la casa se lo cuentas a Marian para que no sienta que se pierde una parte del cuento.


Pilar a veces se ausentaba de la realidad. Fijaba la mirada en la nada, mientras sus pensamientos corrían sin miedo a donde quisieran ir. Le aburría un poco su vida en Mérida, que a veces parecía tan estática que sentía que el tiempo no pasaba. 

Alfredo era uno de 14 hijos. Entre sus hermanos, destacaron Nicolás, médico pediatra recibido en Alemania, quien a su regreso abre el primer consultorio infantil en la ciudad de Mérida. Y María, quien se casa con José María Pino Suárez, quien se convertiría más tarde en Vice Presidente de México.  

Alfredo tenía 19 años y estaba por terminar sus estudios para ser abogado. Era un argumentador nato, y nada le daba más felicidad que ganar una discusión.

Pilar también tenía talento para discutir, cuando le interesaba algo. Pero no era eso lo que las personas le halagaban. De hecho, su madre siempre le decía que si seguía discutiendo jamás encontraría un hombre que quisiera casarse con ella. A Pilar le aburrían la mayor parte de los jóvenes de su edad. Usaba sus ojos verdes con filos amarillos para apagar las esperanzas de los que quisieran pretenderla, muchas veces sin siquiera pronunciar palabra. 

Alfredo se fijó en ella cuando coincidieron en un baile. Dedicó unos minutos a observarla. Pilar estaba a lado de su madre. Quien parecía calificar con cuidado a cada uno de los candidatos presentes, evaluando uno por uno, analizando quién pudiera ser buen esposo para su hija. Pilar no se percataba de lo que hacía su madre, seguro algo más interesante sucedía en su cabeza.

Alfredo quedó absorto viendo cómo Pilar tenía los ojos abiertos pero no veía a nada en concreto. Como si sus ojos estuvieran fingiendo por ella el estar presente, y detrás de ellos hubiera un mundo ajeno a lo que pasaba a su alrededor. Le pareció que poco le interesaba el baile. Alfredo decidió esa noche ganar su interés.

Con paciencia, argumentos elocuentes, gestos de caballerosidad, y desde luego con su fino porte, Alfredo logró pretenderla con el favor de la madre de Pilar, a quien le parecía excelente pareja para su hija por ser de buena familia. A Alfredo le entretenía ver cómo una joven de su edad podría tener, como él, hambre por debatir. 

En otros tiempos, o de haber nacido hombre, Pilar hubiera podido sido abogada como él, o docente de estudios superiores. No es que no existieran mujeres estudiosas en esa época, simplemente en su familia, no pensaban que la educación para una señorita de sociedad fuera necesaria. 

Pilar a su vez, pensaba que un hombre 5 años mayor finalmente merecía su atención. Accedió casarse con Alfredo a sus 15 años con el permiso de sus padres Felipe Rosas y María del Pilar Garibaldi. 

De la mano de Alfredo, Pilar sentía que finalmente formaba parte del mundo real, de pronto su mundo se volvió digno de su atención. Sus eventos sociales parecían tertulias intelectuales. Leía todo lo que podía para construir ideas más sólidas, esperando estas confrontaciones que saboreaba con tanto gusto. Más de una vez conversó con personajes que hicieron historia, y se le escuchaba como igual, no como algunas de sus amigas, que se esperaba que permanecieran calladas mientras sus esposos hablaban con los demás hombres. 

Pilar estaba perdidamente enamorada de Alfredo. Esperaron un año para encargar su primer hijo y cuatro más lo siguieron después. Cuando a Alfredo le ofrecieron la gubernatura del territorio de Quintana Roo, Pilar no dudó en irse con él. No quería perderse de un sólo día de sus vidas juntos, y por muchos años, así fue. 

México pasaba por una temporada complicada después de la revolución. Llegó a oídos de Alfredo los planes para asesinar al Presidente Francisco I. Madero y a su cuñado, el poeta Pino Suárez a quien él llamaba hermano derivado del cariño que se tenían. Alfredo estaba seguro siguiendo cerca a Pino Suárez, juntos lograrían grandes cambios políticos, tan necesarios en Yucatán y en México. Pino suárez era más cercano a su familia que incluyo a la suya, habiendo participado con el padre de María y Alfredo en varios negocios como lo fue el periódico El Peninsular. 

Alfredo empacó sus cosas para hacer lo posible para intervenir y salvar su futuro. Dejó a su familia resguardada en Mérida, y él se siguió hasta Veracruz, donde esperó con su hermana María al último Vice Presidente de México. Su cuñado nunca llegó. Después de dos noches de espera, decidió que debían moverse rápido antes de que los encontraran. Encargó a su hermana en el ferrocarril con una escolta pequeña que la acompañaría hasta llegar a Mérida, y él se fue en la dirección opuesta hacia el norte. 

Cuenta la leyenda que el ferrocarril en el que iba Alfredo se descarriló. Y terminó en un campamento revolucionario donde estaba Francisco Villa. Alfredo era alto y de tez blanca. Trató de pasar desapercibido en lo que arreglaban las vías pero no tuvo éxito. Don Pancho Villa preguntó que quién era el güero que andaba rondando, y pidió que lo trajeran a él. 

Alfredo pasó a su tienda de campaña, cuidada por dos revolucionarios con sombreros y escopetas. "¿Quién es y de dónde viene?", dijo Villa, sin introducción ni preámbulo.

"Me llamo Alfredo, y vengo de Yucatán."

Pancho Villa bajó la mirada a su pistola, con la que jugaba desde que Alfredo había entrado. 

"Dicen que por allá hay puro pendejo.", dijo Villa, queriendo ver la reacción del extraño.


No me vean feo, así va la historia.

No hables como carretonera.

Bueno, ya vimos que venimos de familia de carretoneros.


Los secuaces se voltearon a ver, sonriendo mientras tomaban con ambas manos sus escopetas.


Alfredo notó este movimiento de reojo. Y abrió los brazos al decir, "Por eso estoy tratando de irme al norte." 


¿Eso también te lo estás inventando?

No, me lo contaron las tías.


Pancho Villa se carcajeó, y le ayudó a Don Alfredo a encaminarse al norte. 

Don Alfredo llegó hasta Nuevo Orleans, donde adquirió armas. Con la ayuda de United Fruit Company, armó un pequeño ejército de más 4 mil hombres en lo que es ahora Belice. Jamás tendría oportunidad de ponerlo en marcha para vengar a su amigo antirreeleccionista. Sus planes de cambiar al país se veían lejanos. Volvería a Mérida para ser un comerciante como tantos otros, obligando a apagar la energía idealista que compartía con su cuñado.  

En Mérida, se dedicó a comercializar chicle, que resultó un éxito desde que aquél político americano decidió exportarlo. Su relación con Pilar de pronto le pareció demasiado trabajo, su hambre por discutir había muerto. Fue así que poco a poco sus viajes se hacían más largos. Hasta que hizo aquél viaje en barco que cambiaría su vida y la de Pilar, cuando ella estaba embarazada de su penúltimo hijo con Alfredo, Mario Cámara Rosas. 

La traición de Alfredo partió el corazón de Pilar. Trató de perdonarlo pero sus ojos verdes ya no podían evitar verlo con rencor. Pilar empezó a ausentarse detrás de su mirada nuevamente, y cuando recobraba consciencia, no podía evitar callar sus sentimientos y lo que pensaba de Alfredo frente a sus hijos, por lo que Mario y su hermanito Roger cargarían con la tristeza y el enojo de su madre hacia Don Alfredo.


Que quede constancia que el abuelo Mario sí conoció a su papá. Don Alfredo dejó a su esposa, no a sus hijos. En su lecho de muerte le pidió perdón a Pilar.

Ya para qué.

Pensándolo bien, mejor no se lo cuentes a Marian. Queda constatado Mario. Nos vemos pronto. 

Buen viaje Fer. Te quiero mucho.




Alfredo Cámara Vales(1879 - ) 💙 María del Pilar Rosas Garibaldi (1884-1954)


María del Pilar Cámara Rosas
Alfredo Cámara Rosas
Aída Felisa Cámara Rosas
Lía Alina Cámara Rosas
Humberto Cámara Rosas
Oswaldo Cámara Rosas
Mario Cámara Rosas (1919 - )
Roger Iván Cámara Rosas



Comentarios

  1. Gaby no sé de Aída Felicia. La otra Hna de mi papá se llamaba Pilar. Le decíamos Tía Pilina

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  2. Y se casó con Luis Alberto Bolio . Tuvieron 4 hijos. Mí, Nina del Pilar Luis Alberto y Nelia. Ésta acaba de fallecer acá en el DF hace un mes. A ella también la engañó el marido y se separaron

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  3. la parte donde el abuelo Alfredo traiciona a Chichí Pilina no está muy clara y tampoco lo de Alfredo y Pino Suárez, la situación política e histórica

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